La Celestina es un hermoso ejemplo del uso de los vademecums de aforismos, máximas y apotegmas que se tenían al lado a la hora de escribir, como el de latinismos que usaba Lope. A su manera, algo parecido hizo Montaigne, aunque con resultados muy disímiles.
No en vano, ha de recordarse que Rojas era un estudiante cuando la escribió, y lo que sorprende, sin duda, es la madurez precoz del autor, pues parece obra escrita después de una vida extensa e intensa.
La Celestina es un hermoso ejemplo del uso de los vademecums de aforismos, máximas y apotegmas que se tenían al lado a la hora de escribir, como el de latinismos que usaba Lope. A su manera, algo parecido hizo Montaigne, aunque con resultados muy disímiles.
ResponderEliminarGracias por el ilustrativo comentario. Parece evidente que todo saber nos precede.
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EliminarNo en vano, ha de recordarse que Rojas era un estudiante cuando la escribió, y lo que sorprende, sin duda, es la madurez precoz del autor, pues parece obra escrita después de una vida extensa e intensa.
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